lunes, 28 de septiembre de 2009

Galopando galopando.











Tengo un poco de frío, la soledad me golpeo por la espalda antes de que el sueño me arrebate de este mundo peligroso que recorro a puntas de pies, la soledad me golpeo y me dijo, todavía sufres, todavía no has aprendido tu lección, todavía estoy aquí. Yo con el miedo y la preocupación que se merece una situación como esa, me levante, toque el piso frío y recordé que estaba sola, en mi cuarto, preocupandome por la muerte, en mi enorme pieza, sola, pero no moriría, solo era un aviso, y fui al baño, volví sin saber que hacer, prendí el televisor, puse una película que me lleva siempre a un ambiente cálido y seguro, y volví a acostarme, muy apenada por el retorno de aquella incertidumbre, muy dolorida por no poder poner en llanto mi pena, mi antigua pena que vuelve para recordarme que todo tiene su precio, para susurrarme al oído a lo que estoy jugando, que la derrota esta presente allí, es omnipresente y cuando ella quiera, sin preguntar y sin compasión puede aparecer, con su mirada fría, con sabor a hielo. Y yo como siempre, me esconderé, daré vueltas en la cama,desenvolveré con fuerza las frazadas, con mi puño apretando la almohada plasmaré mi dolor, le gritaré a la oscuridad que aquí estoy otra vez, que tengo miedo a que me arrebate mi luz, que tan solo soy un pequeño corazón enamorado, que tengo mucho miedo al sufrir, hago apología al dolor, quiero luchar contra el, enfrentarme y poder asi subsistir, y saber que siempre el que quiera vivir y ser feliz sabe que deberá batirse a lucha constante con el miedo a la angustia, porque al azar siempre estamos, y no hay seguridad absoluta de la constancia de esa felicidad ni de ese amor, y sobre todo no hay constancia del otro ser, del ser amado, de aquella mente intrínseca, de aquel corazón abatido y desesperado. La seguridad se convierte entonces en sólo cuestión de intuición, es tan solo un sentimiento personal, nada tiene que ver éste con la otra persona, por lo tanto, depende de mi, por lo tanto, estoy sola, por lo tanto, me tengo miedo. Si, tengo miedo y elijo el camino mas difícil, aquel en el cual debo admitir y empezar a vivir con tranquilidad todos aquellos sentimientos que me surjan, donde debo ser sincera y no boicotearme para facilitar la cuestión. Es el camino de la lucha, es el camino de la felicidad, aquel que estoy recorriendo, es el camino del equilibrio, aquel que busco, es un camino largo sea cual sea.
Aquí estoy diminuta en un mar de pensamientos y sensaciones, nadando, tratando de no estar a la deriva, de encontrar una brújula, de encontrar una guía, de encontrarme a mi y a mi corazón que allí siempre esta.
Pero mi corazón también tiene miedo y le cuesta sucumbirse en lo escensial, en lo mas primitivo de los sentimientos, allí donde la felicidad está asegurada por las sonrisas, y la verdad plasmada en ese estado de sinceridad, en el cual da dignidad estar enamorado...
Tiene miedo y está acorazado, en la desidia de lo infinito, en el temor a ser destrozado, a veces sin embargo, se anima y sale, revolotea, da un par de vueltas, crece, sonríe, vuela cual mariposa en primavera, hasta que nuevamente llamado por la inseguridad y por el miedo, se cohíbe y vuelve a la templanza del dolor.
Así es la eterna lucha, así se sobrevive: " a través de las escamas, puedo respirar el sol y acostumbrarme..."

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