miércoles, 2 de septiembre de 2009

LLuvia andate.




Días como hoy, puedo odiar la lluvia y realmente puedo...
Puedo porque extraño aquellos días del sol que me sorprendían
al levantar la persiana que tanto pesa de mi pseudo pieza.
Puedo porque no puedo evitar que este estado climático me
traspase y sin saber como afecte a mi mundo y a mi perspectiva de él.

Todo se vuelve tan triste, lo que extrañaba lo extraño aún mas,
el nudo en mi garganta se acrecienta, me obliga a llorar y a llorar,
a darme cuenta que todavía todo esta en estado crítico, que
todavía hay cosas por las que no puedo sonreír con esas ganas como
cuando lo hacía cuando creía que el mundo carecía de dolor.

Y será que debo reafirmar la certeza de que el mundo indoloro no
existe, y a partir de ella, y partiendo únicamente desde allí
recrear un universo... donde a pesar de esta atemorizante certeza
todo vale la pena: el levantarse cada mañana pensando que será de mi
día, siempre dispuesta a ser feliz, a renovar mi espíritu, a
asombrarme en cada pequeño milagro de esta naturaleza que nos rodea
y envuelve; el llorar, a lágrima viva, sintiendo que me libero y sincero,
que en ese momento donde uno realmente siente explotar de emociones
se despeja, se despeja en cada lágrima y nos da una nueva oportunidad
de volver a empezar, a pesar de las desdichas que cada uno en
su profundo manantial de sentimientos tiene; las anécdotas cotidianas:
los mensajes de textos con amigos (aquellos que realmente nos quieren
y que necesitamos para sacarnos esa idea estúpida de alma solitaria
que nos creamos),los mates, los desayunos, el lavar los platos, la
media tarde, la tarde noche, el piano de la casa de la tía Julia,
las charlas con la tía Julia, ese ser tan maravilloso que cada
vez encuentro mas espiritual, toda la contención que me brindan
sus sonrisas y sus palabras, su reiki y sus flores de bach, sus libros
y sus opiniones, los acordeones y melodías de piano de Yann tiersen,
la voracidad de Arco Iris, los viajes en tren mirando a la ventana,
mirando a los pasajeros, armando historias acompañada por la música,
las fotos que se nos aparecen en cada instante en esos viajes hacia
la facultad, fotos que quedan en nuestra memoria, sin papel.

Éstas y las miles de anécdotas diarias, pequeñas, efímeras, pero donde
se encuentran la mayoría de los milagros que nos fija el destino.
Por eso a ustedes nubes, les pido que se vayan, que despejen y que
nos dejen ver la poderosa luz del sol, la magia del cosmos y el
renacer de los pájaros cantores, que nos enbellezen la vida.





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